…Los nadies: los hijos
de los nadies, los dueños de nada…
…Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa
local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata….
”Eduardo Galeano.
Hace poco, mientras hacía
un trabajo para una clase en donde el tema principal era Latinoamérica, me
enfrasqué en varios problemas con el profesor.
El trabajo debía
responder a una pregunta sobre la identidad latinoamericana, mi pregunta
general a responder era si teníamos o no dicha identidad. En realidad el
profesor no era el problema, a veces pienso que tampoco lo era yo. El problema
en realidad era el tema, la pregunta que intentaba solucionar. Para empezar el
profesor me propuso una bibliografía ardua y exhaustiva sobre el papel que
cumplíamos los “Latinoamericanos” en “Latinoamérica”. Así que comenzamos a leer
cosas de la conquista. El inconveniente comenzó cuando proclamé mi hipótesis: para mí no teníamos esa identidad de la que hablaba la mayoría de textos que
leí. Me acuerdo que el famosísimo Ángel Rama fue uno de los que avivó mi
hipótesis, porque él pretendía en algunos de sus textos encontrar esa
identidad, para hacerlo había necesariamente que hablar sobre el viejo
continente, Europa.
Para mí en realidad no es un problema hablar sobre Europa,
¿quién no quisiera escribir y hablar sobre Italia, Portugal o Francia? Pero
precisamente Europa era para mí el acusado, el velo y el espejo de doble filo
que no me dejaba ver más allá. ¿Por qué se habla de una identidad solamente
cuando llegaron los españoles? ¿Acaso no éramos un pueblo antes de que
llegaran? Según el profesor somos herederos y ya no podemos hacer nada, él
decía que a partir de esa herencia formamos lo que hoy somos: una identidad
latinoamericana. Yo distaba mucho de su punto de vista, para mí esa identidad
se encontraba más allá de la cortina endurecida de la herencia europea, para
mí, y tengo que admitir que a veces soy muy soñadora, esa herencia, aunque es
algo real en la actualidad, no nos llevaba a tener identidad.
¿Por qué no decir
que había algo mucho antes de la conquista de América? En este momento América,
en especial Latinoamérica, es uno de los continentes con más multiculturalidad,
seguramente si cada uno de nosotros buscara en nuestras raíces, la mayoría
tendría antepasados europeos, pero también sangre indígena y negra corren por
nuestro cuerpo. Me puse a buscar peligrosamente y terminé leyéndome algunos
libros sobre las culturas indígenas más representativas de América: Los Mayas,
los Aztecas y los Incas, norte, centro y sur, respectivamente. En realidad eran
muy pocos libros para conocer las culturas aborígenes, pero por lo menos tenía
algo. Cuando le comenté al profesor que la bibliografía había tomado un curso
diferente, me miró con cara de preocupación, pero aceptó. Yo pretendía mostrar
a toda costa mi visión un poco antropológica, para mí no teníamos una identidad
latinoamericana, para mí la identidad se había borrado por completo cuando
llegaron los españoles. El profesor comenzó a intentar tirar mi teoría a la
basura, diciéndome que eso no servía para el mundo real, en estos momentos es
imposible volver a lo indígena; es más, me dio bibliografía de escritores que
decían que el único camino para seguir adelante era olvidar ese pasado remoto
de violencia y contemplar el futuro, él decía que cómo iba a haber una
identidad dentro de los indígenas si ni siquiera se entendían entre las
distintas comunidades debido a sus múltiples y variadas lenguas. Busqué más
bibliografía, no quería darme por vencida, algunos profesores me dieron la
razón, y me ayudaron un poco, uno me explicó como había teorías comprobadas de
que había comunidades del centro que tenían comunicación con el norte,
intercambios comerciales sobre todo. Incluso hace poco un expedicionario hizo
en barco la ruta que debieron haber seguido nuestros antepasados indígenas para
comprar y vender. Me lancé en disparada hacia la oficina del profesor y le dije
que había encontrado serias investigaciones sobre teóricos que habían viajado
en barco desde las costas de Venezuela hasta México, sólo para comprobar una de
las rutas que supuestamente algunas culturas indígenas utilizaban en el pasado;
fui un poco más lejos, le dije que en las tres culturas más importantes la luna
era una diosa que siempre era mujer, y en las tres denotaba fertilidad, ¿una
coincidencia? A lo que el profesor de burló socarronamente y me dijo que
parecía uno de los tres pastorcitos que dijo que había visto a la Virgen María.
La verdad me enfadé, volví a buscar a los profesores que me habían ayudado y me
dieron la única noticia que nunca pensé encontrar en una de las universidades
públicas donde existe tanta multiculturalidad: a algunos profesores no se les
puede llevar la contraria.
Llegué a la conclusión de que no podía darle la
razón si yo creía que no la tenía, así que hice mi exposición lo mejor que pude
para convencer por lo menos a mis compañeros, y dije que no teníamos una identidad
porque la habíamos construido a partir de una usurpación de la cultura. Supuestamente
una de las razones por las que tenemos identidad es la lengua, una lengua
robada, un montón de dialectos que hacen que nos individualicemos más frente a
las demás regiones. La historia que vivimos tampoco es latinoamericana, es de
naciones que viven en una misma región, los problemas de México no le incumben
a casi ningún otro país, sólo cuando es un problema de fronteras aparecen los
gobiernos para decir que somos uno sólo, que no hay límites, que somos la misma
estirpe. Ser latinoamericano por fuera de nuestro continente significa ser un
marginado, ser del tercer mundo porque ni alcanzamos a ser del segundo, que por
cierto no existe. Lastimosamente luego
de mi exposición, los demás alumnos
también estuvieron de acuerdo con el profesor, así que yo quedé como una
soñadora y con la peor nota de todas.
¿Y qué come un
latinoamericano? Le pregunté al profesor en últimas, el cual no supo
responderme, no tenemos identidad latinoamericana porque no nos consideramos
latinoamericanos, porque nuestro origen fue mutilado para ser copias eternas de
Europa, porque nuestras creencias son totalmente sincréticas, y así un día le
rezamos a dios, pero al otro vamos donde brujos a que nos hagan bebedizos,
porque estamos fraccionados lingüísticamente, porque cuando hablamos de
nuestras culturas y de nuestras regiones nos convertimos en chovinistas, y nos creemos superiores mientras más costumbres occidentales tengamos.
En el exterior, si nos encontramos con un peruano, nos presentamos como
colombianos, él a su vez dirá que es peruano, la diferencia entre latinoamericanos
y norteamericanos la hacen los de afuera.
Latinoamérica, palabra
pronunciada por el filósofo chileno Francisco Bilbao en un discurso que hizo en
París, la palabra que simplemente nos hizo diferenciarnos de los de arriba;
gracias a ella hablamos de literatura latinoamericana, arte latinoamericano,
cultura latinoamericana, cuando ni siquiera nosotros mismos sabemos lo que
significa ser latinoamericano, estoy de acuerdo en que hay que seguir adelante pero sin olvidar. Si estas preguntas siguen atormentándonos debe ser porque aún no hemos reconciliado ni agotado el tema de "qué es ser latinoamericano", ahora, los mismos teóricos pretenden embaucarnos diciendo que tenemos
una identidad, o peor, que somos independientes y libres.